Época: Antillas
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
El arte taíno de las Antillas

(C) Emma Sanchez Montañés



Comentario

Entre las manifestaciones artísticas de los taínos relacionadas más estrechamente con la inhalación de la cohoba -o polvos alucinógenos- se encuentran los llamados propiamente cemíes, figuras antropomorfas en posición sedente o arrodillada sobre las que se proyecta una especie de plataforma o bandeja. En esa bandeja se colocaban los polvos que iban a ser inhalados. Representan siempre seres esqueletizados, con las costillas y la columna vertebral claramente señaladas, lo que se ha puesto en relación con la espiritualidad de las prácticas shamánicas. Los rasgos de la cara suelen ser muy marcados, con grandes cuencas oculares redondas y vacías y a veces enormes miembros viriles erectos. Sobre brazos y piernas, desproporcionadamente largos, aparecen motivos grabados.
Los dúhos, de madera dura o piedra, son asientos, a modo de banquetas ceremoniales que también se relacionan con el culto de la cohoba. En ellos se sentaba el cacique o behique para la inhalación ritual por lo que a la vez son símbolos de rango. Tienen un vago carácter antropomorfo, representando una figura sedente y en ese caso del respaldo de la banqueta emerge una cabeza estilizada, constituyendo las patas, los brazos y las piernas de la figura; o una especie de ser humano agachado o a cuatro patas, y entonces la cabeza emerge de uno de los lados del dúho. Las piernas o patas de la banqueta aparecen también grabadas con diseños geométricos. Esas figuras antropomorfas son también representaciones de cemíes.

De hueso, generalmente costillas de manatí, se realizaban espátulas vómicas, para purificarse antes de la inhalación de la cohoba. Con un extremo alisado, el mango solía también representar la figura de un cemí a veces asociada con la del aligátor o caimán. Y en hueso se realizaban, asimismo, los inhaladores de la cohoba, en forma de Y, para introducirlo en ambas fosas nasales, que podían estar cubiertos de finos motivos grabados o incluso adoptar la forma de un ser antropomorfo. Los rictus estereotipados de muchas de las figuras representadas se han relacionado con los trances conseguidos a través del uso de los alucinógenos.

Pequeños amuletos de hueso y de concha, de características antropomorfas y con los tradicionales rasgos faciales muy acusados, eran llevados en la cabeza o en la parte frontal de los cinturones. En concha se tallaban también las bocinas, una gran caracola decorada con estilizaciones antropomorfas y diseños geométricos que se utilizaban en las danzas ceremoniales.

Entre otras manifestaciones artísticas, ya siempre en piedra, destacan los trigonolitos o iconos tricúspides. Son piedras talladas en una forma básica piramidal, perfectamente pulidas y que se consideran un rasgo diagnóstico de la cultura taína. Pueden aparecer sin decoración pero generalmente tienen una cabeza en un lado y piernas en el opuesto o una cara frontal, encontrándose la punta del cono sin decorar. Se trata de seres antropo o zoomorfos, o de características mezcladas y que parece tratarse otra vez de cemíes. Se han puesto en relación con deidades de la agricultura y parece que se enterraban en los sembrados para propiciar la fertilidad.

Los yugos o aros monolíticos, de forma general oval y decorados con diseños geométricos y cefalomorfos, así como las piedras acodadas, se han relacionado por algunos arqueólogos con el complejo del juego de pelota de tradición mesoamericana, pero no hay ninguna prueba concluyente al respecto. En cualquier caso las representaciones de cemíes vuelven á aparecer sobre estos objetos que tal vez se relacionen con alguna ceremonia que tendría lugar en las diferentes plazas que se han descubierto.

La producción cerámica taína fue importante y de gran variedad, generalmente inclinada hacia la decoración incisa y sobre todo modelada, aunque no se desdeñaba la pintura que se ha perdido dado su carácter vegetal. Se encuentran potizas, a modo de garrafas de hasta 50 cm de altura, con un cuerpo acorazonado o globular y un cuello con aplicaciones de caras y diseños geométricos incisos. Hay muchas variaciones en torno a la forma básica del cuenco que adopta configuraciones cuadrangulares de bordes ondulados, forma como de nave y que se decoran con una faja de diseños geométricos incisos cerca del borde y modelados de caras de carácter antropomo o zoomorfo.

Pero destacan sobre todos los vasos-efigie, con representaciones zoomorfas, antropomorfas, o mixtas, generalmente tipos humanoides de formas un tanto grotescas, incluso con deformaciones corporales, como jorobados, personajes que aparecen en la mitología taína y que parecen volver a poner en relación estas figuras con los omnipresentes cemíes.